En mi trabajo artístico, busco intensificar el aprecio por los colores y las formas. Pinto movido por el instinto; no me guío por patrones ni formatos preestablecidos. A menudo, mantengo una actitud terca y prefiero no escuchar opiniones, ya que dejo que la intuición y el momento que vivo marquen el rumbo de la obra. Mi deseo es que quien observa cada cuadro se adentre en él y descubra sus propios significados, pues únicamente pinto aquello que el lienzo y los pinceles me sugieren en ese instante que pinte.
En el año 2006 cambió el rumbo de mi vida. En ese momento de incertidumbre volví a la pintura como escape, como refugio y como medio de expresión. Fue entonces cuando creé la obra “Reflexión”, una pieza profundamente personal que compartí en redes sociales y que recibió una acogida inesperadamente positiva. Aquella respuesta del público marcó el inicio de una nueva etapa: una conexión renovada con mi vocación artística.
Desde entonces, he participado en exposiciones, incluyendo importantes muestras en la ciudad de Miami, y he seguido produciendo arte con una visión clara: comunicar desde lo cotidiano, lo espiritual y lo humano, sin perder el sentido del humor ni el respeto por nuestro Creador.
Cada pintura es una invitación a detenerse, mirar hacia adentro y apreciar el mundo que compartimos. Mi estilo es libre, mi enfoque es emocional y mi misión es tocar corazones.
De las múltiples imágenes que el mundo ha guardado de Don Quijote, casi todas lo retratan como un caballero alto, solemne, de mirada seria y gesto melancólico. Así ha quedado plasmado en pinturas, esculturas y adaptaciones, como si su espíritu estuviera condenado únicamente a la gravedad de la aventura y al peso de sus delirios.
Sin embargo, José Rodríguez, tras una intensa búsqueda en Internet y en las redes sociales, descubrió un vacío en esa representación: nunca aparecía el lado jocoso, el destello de humor o la chispa de alegría que también debió acompañar al ingenioso hidalgo. Porque, aunque la historia lo sitúe entre molinos y batallas imaginarias, no podemos negar que en algún instante Don Quijote supo sonreír, reírse de sí mismo y gozar del buen humor que da sentido a la vida.
De esa revelación nacen Los Quijotes Sonrientes: una reinterpretación que rescata al caballero en su faceta más humana y luminosa. No el héroe trágico ni el loco incomprendido, sino el hombre capaz de ver la risa como otra forma de valentía.
A través del Arte se puede encontrar y engalanar, mediante una exquisita combinación de colores, los más difíciles momentos y particularidades de una vida. El Artista, José Rodríguez-Rosario, (RODZ Art), deja a la imaginación del espectador, la interpretación de su creación artística, la cual, no necesariamente, tiene que coincidir con las ideas e imágenes que surgen de su espontánea creatividad.
En mi particular percepción, Lola personifica a la mujer que vive confundida en su espacio interior, víctima del maltrato, el acoso, la desigualdad, el vejamen, la crítica viciosa de la lengua viperina y malsana que solo satisface su anhelo de desprestigiar y mancillar su dignidad, sin conocer sus angustiosas vivencias. El ojo cristalino de Lola observa con tristeza lo que ocurre a su alrededor mientras preferiría mantenerlos cerrados ante la injusticia de aquellos que prefieren clausurar su voz, convirtiéndose con su silencio, en cómplices del maltrato.
En la mente de Lola fluyen imágenes de seres que crean mayor confusión, unos en ánimo de protección y otros que incitan a la violencia y al conflicto. Solo el propio Artista puede precisar su sentir y pensamiento al plasmar en el lienzo lo que ha estructurado como su realidad actual, social, espiritual, cultural, política………
Me dieron por nombre Elisa más bien pudiera ser Ana, Norma, Carmen, María o Luisa. La mujer que en la mañana regalaba su sonrisa, que, en su vida cotidiana, sin pausa, pero sin prisa, rendía culto a la vida.
Me sorprendió sin aviso, se apoderó de mi cuerpo. Como intruso, sin permiso, como ladrón despiadado, me robó un día la calma dejando inquieta mi alma y el corazón destrozado. Insistió en ganar batallas
que yo nunca había enfrentado.
Mi valor y mi coraje, mi voluntad y firmeza persiguen vencer demonios en este difícil viaje que asumo con entereza.
Doy la espalda a la tristeza y al enemigo que daña. Es la fe que me da fuerza porque en esta lucha intensa es mi DIOS quien me acompaña.
No se escuchaban ladridos, el coquí cesó su canto. Solo percibía el llanto de la flora en agonía. Entró furiosa María con vientos huracanados y en los campos destrozados parecieran suplicar:
“Vuélvete otra vez al mar, no le hagas daño a mi islita. No destruyas la casita que guarda en su corazón amor del puertorriqueño.
Aunque parezca pequeño mi terruño es muy valioso. Sentimiento generoso distingue a su jibarito. No se escucha al pajarito y el lamento borincano predomina en la montaña.
El campesino, en su maña lucha su supervivencia. Otros, a su conveniencia, se adueñan de lo ofrecido, Esos hijos mal nacidos que no conocen carencias. Rogamos por tu clemencia Señor Dios del Universo.
Cada obra que encontrarás aquí nace de una historia, de una experiencia vivida y de una búsqueda constante por capturar la belleza, el mensaje y la transformación espiritual en cada trazo. Te invito a descubrir un recorrido íntimo, colorido y humano, donde la pintura se convierte en diálogo con la vida.
Mi obra busca capturar más que una imagen: desea narrar una historia.
A través de formas y colores, busco:
Cada pintura es una invitación a detenerse, mirar hacia adentro y apreciar el mundo que compartimos. Mi estilo es libre, mi enfoque es emocional y mi misión es tocar corazones.